Monday 21 August 2017

In-intelectuales

Escribe un internacionalista “La cantaleta del principio de la no intervención de la política exterior mexicana es una payasada. Intervenimos cuando Franco y Pinochet.” Eso dijo a raíz de la postura mexicana ante la calamidad venezolana y la conducta de Maduro. Dijo o escribió, aún no me decido puesto que se trata de un tuit (de agosto 10, 2017), y aquí parece que las libertades al pensar son las mismas que cuando uno habla… sentado, en un bar, bebido y con la camisa desabrochada. Y supongo que está bien, en general. Salvo por las particularidades del caso. Me explico.
Carlos Elizondo Mayer-Serra es Doctor y Maestro en ciencia política. También estudió la licenciatura en relaciones internacionales en El Colegio de México. Es uno de tantos a quienes se les paga por saber y enseñar. Y en su calidad de experto interviene con potente audio parlante en el debate público: televisión, prensa, etc. La inexorable realidad del costo de oportunidad me hace leerle menos de lo que podría. Sin embargo, reconozco que tiene sus seguidores, y que cumple en formar opinión. Justo por eso ahora escribo sobre su tuit.
Como es sabido, mucho de lo que puede y debe el Presidente está contenido en el Artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la conducción de la política exterior incluida. También hay regulación secundaría; abundantísima al grado que uno podría entender que a un especialista se le escape cierta variación. Acaso sería más defendible. Pero es más difícil aceptar que un especialista ignore –porque desconozca o porque soslaye– un cambio constitucional en su materia. Diría, con bonhomía, que es muy poco profesional.
Resulta que en 1989 (al tiempo que el doctor estudiaba relaciones internacionales) se quisieron plasmar en la Constitución los principios rectores de nuestra conducta internacional. Dice, pues, el artículo 89 en su fracción número 10:
En la conducción de tal política [exterior], el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales.
Dan igual, por lo pronto, los méritos de la doctrina Carranza o de la doctrina Estrada que inspiran algunos de estos lineamientos. Su origen y prevalencia se entienden por las peculiaridades de nuestra historia. Incluso da igual la sapiencia de consignar en la Constitución lineamientos para la política exterior. Esa sería una discusión distinta. Lo que es claro es que la no intervención mexicana en asuntos ajenos en absoluto es una cantaleta. Dice la RAE que “cantaleta” significa: “Ruido y confusión de voces e instrumentos con que se hacía burla de alguien. Canción burlesca con que, ordinariamente de noche, se hacía mofa de una o varias personas. Chasco, vaya, zumba.” Lo traigo a cuento por aquello de decir cosas sin reparar en lo que se dice… pero no me hagan explicar qué es una “payasada”.
Mi punto: es triste ver la ligereza con la que se participa en el debate público. He aquí un experto que ignora –por desconocer o soslayar– que la no intervención es un principio constitucional y sobaja su aplicación. El especialista se apresta para dictar qué se debe hacer sin detenerse a pensar en las particularidades del caso –como una constricción constitucional–. Insisto, lo reprobable no es una opinión sobre este principio constitucional; sino que ni siquiera se puede tener esta discusión porque el principio –constitucional– es una “cantaleta”. Hay que ver el desenfado con el que se pretende formar opinión.

Los más de los comentócratas, paladines de la democracia, reconocen la importancia que tiene el debate público. Sería bueno que la reconocieran desde la primera persona del singular. 

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